La diabetes. primera parte: el problema

18 agosto, 2015

La glucosa es muy, muy necesaria para la vida; nuestro cerebro necesita unos 140 gramos diarios de glucosa: 1 Kg a la semana. Y tú, querido lector: ¿te comes esa cantidad de azúcar? No. ¡Ni tú, ni nadie! Es tu hígado (y en menor cantidad tus riñones) los que lo fabrican de todo lo que has ingerido. Y si no ingieres lo saca de las reservas. Sí, de los “michelines”. No puede faltarle glucosa al cerebro. Por eso no se escapa ninguna de las calorías ingeridas con la alimentación y quedan almacenadas como grasas que se podrán convertir en glucosa cuando sea necesario.

Para un bombero el humo no es el problema; el problema es el fuego. La diabetes no es un problema de glucosa, es un problema de insulina

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El azúcar no es el problema, es la insulina. La falta de insulina hace que la glucosa se acumule en la sangre y no pueda acceder a las reservas (diabetes melitus tipo uno: DMT1) o bien que sean las propias reservas las que ya no puedan almacenar más glucosa e impidan el trabajo de la insulina  (diabetes melitus tipo dos: DMT2) En todo caso el azúcar se amontona en las vías sanguíneas y va generando problemas empezando por los vasos más finos: retinopatías, nefropatías, disfunción eréctil…

En la DMT1 falta insulina que interne la glucosa de las arterias a los órganos. Puede faltar poca, mucha o del todo, depende de cómo esté el páncreas, órgano encargado de producir ésta hormona. ¿Todo el páncreas? Bueno, no, sólo una parte de él. El páncreas se encarga de otras cuantas tareas que puede seguir realizando aunque no fabrique insulina.


Y ¿por qué el páncreas deja de fabricar insulina? Muy buena pregunta. Si lo supiésemos se podría poner remedio. Se habla de factores autoinmunes, de predisposición genética, de virus… Puede que sea una mezcla de todo ello. Hay que decir, para tranquilidad de los hijos de diabéticos tipo 1, que el riesgo que tienen de ser ellos mismos diabéticos es sólo un 5% superior al que tiene cualquier hijo de “no diabético”. No es un destino escrito en las estrellas.

La terapia en estos pacientes está muy clara: suministrar la insulina que su organismo no produce. Pero de eso hablaremos en la segunda parte.

En la DMT2 no falta insulina , incluso al principio puede que haya más de lo normal en sangre. Son los depósitos de reservas (el tejido adiposo, la “grasa”) los que se resisten a que la insulina haga su trabajo.

Muchas veces el problema se agrava porque no aceptamos nuestro nuevo estado de enfermo crónicoPrimero el paciente lo niega, no quiere aceptar el diagnóstico ni poner en práctica las medidas necesarias para mejorar su situación. Es curioso cómo algunos niños pequeños que debutan en DMT1 se adaptan muy rápido y asumen el control de su tratamiento.

A la negación suele suceder la ira; “si yo siempre he comido bien, si siempre me he cuidado, ¿por qué me ha sucedido a mí?” te enfada el sentirte incompleto, imperfecto,  tu soberbia se rebela…

El tercer paso es deprimirse al darse cuenta que la sentencia es cierta. Que no vamos a ser “normales” en el sentido estadístico, que necesitaremos ayuda en mayor o menor grado, que ciertas cosas asumidas como hábitos pasan a ser lujos.

Después se empieza la negociación; intentas pactar con el médico, con la enfermedad. No es posible. Tu páncreas no va a producir más insulina por tu voluntad. Negocias cuanto adelgazar, cuantos fármacos tomar…

Y por último aceptas tu estado. Asumes que “eres”, no que “estás”. Y a partir de ese momento retomas el control de tu vida, puedes crear, crecer de nuevo. Pero sólo si de verdad cooperas y dominas la enfermedad. Un diabético puede desarrollar una vida plena y rica


Referencias

  1. Autor: José Ramón García Sólans Farmacéutico Comunitario

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