Aftas bucales, ¿qué sabemos?

Las aftas bucales son pequeñas úlceras de forma redondeada u ovoide, con bordes bien definidos, que se forman en el interior de la boca. Habitualmente están rodeadas de un halo eritematoso y suelen ser bastante dolorosas. Pueden aparecer aisladas o en forma de pequeños brotes.
Las aftas constituyen un problema molesto, son las lesiones más frecuentes de la mucosa bucal, y se caracterizan por la aparición de una o más úlceras dolorosas, con pérdida de la continuidad del epitelio, variable en forma, número y tamaño; en el 80% de los casos la primera úlcera aftosa aparece antes de los 30 años.
Así, la incidencia de este problema puede afectar hasta el 60 % de la población. Se estima que, en una quinta parte de los casos, los episodios son frecuentes y se repiten a lo largo de los años.
Debido a su frecuencia de aparición, resulta interesante conocer más en profundidad el término aftas bucales, su clasificación, los periodos que acontecen en su aparición, así como los factores predisponentes y algunas recomendaciones y recursos útiles para combatirlas.
¿De dónde procede el término aftas bucales?
Aftas bucales o aftas es el término comúnmente utilizado para referirse a la estomatitis aftosa, que son ulceraciones bucales recidivantes. Fue Hipócrates (460-370 AC) el que usó por primera vez el término aftas (del griego arder, quemar) en relación con enfermedades de la cavidad bucal.
El afta es una lesión muy antigua, cuya prevalencia se observa en casi todas las edades, en diferentes clases sociales, razas y sexo; por lo que es una lesión que se registra mundialmente. Sin embargo, sus causas en la actualidad no están del todo definidas, por lo que la aparición de aftas se considera multifactorial.
Clasificación de aftas bucales
En función de su tamaño y forma de presentación, las aftas se pueden clasificar en tres tipos:
- Menores o leves: miden entre 5 y 10 mm de diámetro, son de forma redonda u ovalada, delimitadas y no dolorosas, rodeadas por un halo eritematoso y poco profundas. Son las más frecuentes (hasta el 85% de los casos). Suelen presentarse en las zonas no queratinizadas de la cavidad oral (mucosa labial y vestibular, suelo de la boca y zona inferior o lateral de la lengua). Lo habitual es que tarden 10 a 14 días en curar, y cuando lo hacen, no dejan cicatrices.
- Mayores: Son redondeadas u ovaladas de mayor tamaño que excede de 1 cm con márgenes claramente delimitados, pero irregulares. La ulceración es más profunda y el dolor muy intenso. Aparecen habitualmente en la mucosa labial, el paladar blando y el istmo de fauces. Su evolución es más lenta que las anteriores y al desaparecer pueden dejar cicatrices. A veces pueden asociarse a fiebre, disfagia y malestar general.
- Hepetiformes: son muy pequeñas (1-3 mm) y numerosas (de 5 a 100) y pueden fusionarse produciendo ulceraciones más extensas y de formas irregulares, apareciendo en cualquier parte de la cavidad oral. Su denominación se debe al aspecto que presentan, pero no están relacionadas con el herpes virus y, al contrario, que las úlceras herpéticas, no están precedidas por vesículas, ni se asocian a gingivitis. Son las menos frecuentes y, en cuanto a su duración se parecen a las menores (al igual que estas, no dejan cicatrices).
Periodos o fases de un afta
La lesión primitiva de un afta no es ni una vesícula ni una ampolla, sino directamente la ulceración debida a una necrosis epitelial que sobrepasa la membrana basal, exponiendo terminaciones nerviosas, lo que provoca molestias o dolor.
Factores predisponentes de las aftas bucales
Uno de los primeros autores en estudiar la heredabilidad de las aftas recurrentes observó que más del 45% de pacientes que las presentaban tenían parientes de primer grado afectados, y que era más severo y aparecían más temprano en pacientes con historia familiar que aquellos que no la tenían. Se afirma también que, con independencia de que exista una herencia recesiva o dominante, la tendencia a tener aftas aumenta debido a factores desencadenantes como los que se mencionan a continuación.
- Factores inmunológicos. Son numerosas las hipótesis que han sido arrojadas, relacionando el sistema inmune con las aftas. Por un lado, hay autores que defienden la existencia de niveles aumentados de inmunoglobulinas, otros hablan de una posible reactividad cruzada de antígenos de la mucosa oral y antígenos bacterianos, igualmente de una posible desproporción de la relación de los linfocitos y aumento y descenso de otras moléculas implicadas a nivel inmunitario.
- Factores psicológicos. La aparición de un episodio de aftas ha sido comúnmente asociada con la tensión emocional, sugiriendo que el estrés y su posible efecto sobre el sistema inmune sea una causa de aparición de aftas. Determinados estudios han tenido como objetivo la medida de los niveles de cortisol en saliva y suero en pacientes afectados de aftas, observando que estos tenían de forma estadísticamente significativa mayores concentraciones de cortisol y niveles de ansiedad que los controles.
- Traumatismos. El trauma actuaría como un factor precipitante, provocando la aparición de úlceras en pacientes con aftas. Los traumas más comunes son el trauma por el cepillado, alimentos duros, dientes, aparatos y mordeduras.
- Factores alimentarios y deficiencias vitamínicas. Algunos alimentos como la leche de vaca, el chocolate, el queso, los crustáceos, el café, cereales, frutos secos e incluso la piel del tomate y la harina pueden desencadenar un brote de aftas. Además, se han observado mejorías clínicas en pacientes con actas recurrentes al excluir determinados alimentos de la dieta. Asimismo, deficiencias vitamínicas como la vitamina B12, el ácido fólico, el hierro, así como bajos niveles de vitaminas A, E y C, han sido asociados con episodios de aftas.
- Tabaquismo. Los pacientes que sufren aftas recurrentes suelen ser no fumadores. La incidencia de aftas es menor en fumadores debido a la hiperqueratinización que produce el tabaco. A pesar de ello, la recomendación sanitaria debe ser el abandono del hábito tabáquico.
- Factores endocrinos. En etapas premenstruales, se ha descrito una mayor frecuencia de aparición de aftas y, en cambio, una disminución en los primeros meses de embarazo. Algunos autores sugieren que en algunos pacientes éstas disminuyen durante el tratamiento con contraceptivos orales o durante el embarazo. Otros no encuentran asociación alguna entre la aparición de aftas y la menstruación, embarazo o menopausia.
- Factores víricos y bacterianos. Esos factores actuarían como sobreinfección de la mucosa previamente ulcerada. El origen viral no ha sido demostrado. En cuanto a la presencia de bacterias, se ha observado más frecuentemente en pacientes con dispepsia. Un alto porcentaje de aftas en pacientes en los que se erradicó Helicobacter pylori desaparecieron.
Recomendaciones y recursos para las aftas bucales
En ocasiones, las lesiones producidas por las aftas remiten espontáneamente, aunque es muy importante favorecer la cicatrización y contrarrestar los síntomas, que pueden ser molestos y persistentes.

Precisamente para acelerar su curación, existen en el mercado actual líneas específicas para el tratamiento rápido de aftas y lesiones de la mucosa bucal, con fórmulas innovadoras que actúan rápidamente y en profundidad, protegiendo la herida, proporcionando un alivio eficaz y acelerando la cicatrización. Además, en este sentido podemos encontrar formulaciones a base de emulsión de polímeros mucoadhesivos enriquecidas con principios activos especiales que le aportan distintas propiedades. Entre ellos están: aceites del árbol del té y de manuka (aportan actividad antibacteriana y antifúngica), ruscogenina (actividad astringente), ácido glicirrético (ácido orgánico similar a la cortisona con actividad antiinflamatoria), alantoína (estimula la proliferación celular), componentes funcionales biológicamente activos, formados por una mezcla de fragmentos de ADN/ARN (estimulan los mecanismos biológicos de reparación de los tejidos) y ácido hialurónico de absorción rápida, obtenido mediante biotecnología vegetal, con un importante potencial filmógeno e hidratante, que tiene la capacidad de penetrar en profundidad.
Las ventajas que ofrecen estos productos es que reducen el dolor, protegen e hidratan la herida y aceleran la curación, sin alterar la percepción de los sabores. Además, no contienen alcohol en su composición, no queman ni irritan, y existen en formulación apta para veganos. Su uso reduce los riesgos de sobreinfección bacteriana y fúngica.
Para mayor comodidad, estas soluciones se pueden encontrar en forma de gel protector ideal para una acción a nivel local en úlceras bucales únicas o pequeñas; en colutorio, apto para una acción generalizada, en casos de lesiones múltiples y aftas recurrentes; y en espray, perfecto para actúan en zonas de difícil acceso. Estos últimos se pueden combinar con el gel para potenciar la acción.
Así, en caso de presentar aftas bucales, es conveniente consultar al médico o al farmacéutico para que puedan ayudarnos a encontrar la solución más adecuada para aliviarlas. Ellos pueden darnos pautas a seguir para evitar su aparición y aconsejarnos algún producto de este tipo, que permita una rápida curación y el alivio de los síntomas que provocan.
Referencias
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